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Al borde. Un proyecto consecuente con la dimensión humana del espacio desde recursos mínimos

Al borde. Un proyecto consecuente con la dimensión humana del espacio desde recursos mínimos

Por |Mercedes Miganne| Arquitecta
Mediante la experimentación tecnológica y una clara conciencia proyectual, Al Borde acerca nuevas problemáticas y discusiones a la escena de la arquitectura actual. El equipo está encabezado por David Barragán, Pascual Gangotena, Marialuisa Borja y Esteban Benavides,

En un escenario tan heterogéneo como el de la arquitectura, donde muchas veces la búsqueda de la trascendencia formal opaca el objetivo de crear espacios para el habitar, se encuentran proyectistas que no han olvidado las necesidades primitivas del diseño.

Al Borde es un equipo actualmente comandado por cuatro profesionales que proponen una búsqueda que privilegia la experimentación y el trabajo en conjunto. Toma como recurso principal aquello que está “a mano”.

Los edificios se proyectan para ocuparlos, recorrerlos, vivirlos; es decir, apropiarlos. Sea cual fuera el programa al cual respondan, es lógico considerar que una obra “funciona” si cumple uno o más objetivos para los cuales ha sido creada.

En esta línea de pensamiento, David Barragán, uno de los socios fundadores, expresa que a la hora de diseñar no tienen un dogma que signe su diseño. Sino que apuntan a un proceso más riguroso, donde existen variables sobre las cuales indagar y discutir, y son éstas las que terminan definiendo el objeto final.

El camino de la arquitectura comunitaria se abre como un paso natural para estos arquitectos. Ya habían participado previamente en proyectos de esta índole y llevaban consigo  el interés, la motivación y el conocimiento para continuarlo.

Luego del éxito de los primeros trabajos, fueron más y más las propuestas que llegaron a sus manos, y en este sentido, la inquietud pasaba por cómo continuar.

En esta línea, el presupuesto con el que contaban  nunca fue un factor determinante, sino un componente más a considerar.

Obras gerenciadas a través de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, hasta otras que se han sustentado gracias al trabajo mismo del estudio, han abierto el camino.

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Los proyectos se toman por lo valores y potenciales que descubren en cada uno de ellos, y es por eso que, dadas las condiciones, este grupo no ha vacilado a la hora de volcarse a esta faceta de la profesión.

EL PROYECTO COMO INTERPRETACIÓN

El rol del arquitecto puede ser muchas veces identificado como un lujo. Sin embargo si el conocimiento adquirido se pone al servicio de problemáticas sociales más elementales, son evidentes los beneficios que  pueden obtenerse.

En casos donde Al Borde ha intervenido en áreas de gran carencia, los protagonistas reconocen que no existe espacio para las dudas: “si las condiciones son extremas, el abanico de opciones se acorta muchísimo, y es necesario apelar a los recursos locales”. Sin embargo, realizan una salvedad: “no se utilizan como una reinterpretación romántica del entorno, sino que es lo que se tiene y se debe estudiar cómo maximizar las posibilidades”.

Estos procesos de recuperación tecnológica han sido, sin duda, su marca personal, y son, en suma, lo que termina definiendo el proyecto. Este se gesta en base a los materiales con los que se cuenta y el resultado formal está en relación directa con la estructura.

La búsqueda del uso eficiente de los recursos, sumado a la posibilidad de construirlo lo más rápido posible, son las premisas fundamentales. La forma es una consecuencia de estas dos líneas.

De igual modo resulta importante estudiar qué recursos humanos lo rodean. Los valores objetivos no ponen en orden al proyecto, como D.B. expresa: “todas las casas van a tener dónde dormir, comer o asearse. Diseñar bajo valores objetivos no va a ser nunca un camino para descubrir la esencia del proyecto”. Entonces, se pone en juego una línea de investigación fundamental: buscar qué hace especial a cada destinatario.

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Es a través del trabajo sobre lo subjetivo donde se pueden encontrar esas particularidades. Se debe repensar la forma de habitar en cada caso para que esté en sintonía directa con el cliente.

AL BORDE Y EL TRABAJO EN EQUIPO

El diseño en conjunto puede ser una tarea intrincada, salvo para este equipo de arquitectos ecuatorianos. Cuando los objetivos se comparten, el camino se hace solo.

Las variables se definen en conjunto teniendo siempre como objetivo sumar y no competir por las ideas. Aunque parezca un concepto utópico, trabajando bajo esta idea de rigurosidad en la investigación, despliegue de variables y un claro contacto con el lugar a intervenir, se las han ingeniado para lograrlo.

Hoy en día, y pese al caudal de proyectos que manejan, no han perdido su rasgo característico. Si bien existen jefes de proyectos que llevan adelante todo el proceso con rigor, siempre otro integrante funciona de “soporte” para abrir la discusión, y cuando se han llegado a una serie de conclusiones se hace partícipes a los otros dos restantes, para poder terminar de darle forma a la obra.

NUEVA ESPERANZA

La primer escuela proyectada en Puerto Cabuyal nace de una necesidad muy sencilla: una comunidad ubicada en cercanías a la playa, en una zona alejada de las urbes, cuyo sustento es la agricultura y la pesca, cuyo afán de progreso y desarrollo era evidente.

Siendo sus pobladores la mayoría analfabetos, existía la necesidad interna de brindar un espacio para que los niños pudieran expresarse y potenciar sus cualidades.

Ante la posibilidad de solicitar al gobierno la construcción de una típica escuela de hormigón, el profesor a cargo de la educación en la zona manifestaba que por las formas de habitar los espacios, un ambiente cerrado de hormigón no motivaría a los niños a ir. Ello, sumado a que la mayoría debería caminar más de 2hrs para llegar, haría que la deserción fuera inevitable.

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Es aquí donde nace para Al Borde uno de los primero valores subjetivos: motivar a los estudiantes a ir a clase. El equipo entendió que se debía generar un espacio que estuviera en estrecha relación con el ambiente natural y que brindara la posibilidad al profesor de desplegar una forma de enseñar acorde a los futuros estudiantes.

El mobiliario resultó una ingeniosa solución. Las bibliotecas, además de mantener a mano el material respondiendo a la línea de educación motivacional, permiten trepar y recorrer, haciendo más lúdico el aprendizaje.    

En cuanto a la materialidad, se usaron como siempre los recursos al alcance. Las formas responden a la experimentación con las tecnologías y la mano de obra fueron los mismos pobladores.

Lo curioso es que este trabajo motivó a los lugareños a experimentar ellos mismos en  la construcción de sus casas, traspasando los límites del diseño e inspirándose para continuar con el trabajo.

“Al Borde es un proyecto dirigido por cuatro arquitectos. Intenta ser consecuente con la dimensión humana del espacio desde recursos mínimos, no como apología de la precariedad, sino como recurso estético y político, situándose en los bordes de la práctica artística y la arquitectura. Desarrollando una suerte de “discursos íntimos de lugar”.

Como ética de trabajo, proponen un diseño que parta de la “inteligencia de lo común”, generando en varios proyectos, dinámicas de intercambios comunitarios en donde las personas diseñan desde la propia conciencia colectiva. Un proyecto contundente, que de manera incisiva cuestiona la idea de una arquitectura normada por la disciplina y conducida por el capital.”

Pablo Ramírez, Curador, Guatemala