Por | Mariano Udi | World Traveler
6:30 AM, Aeropuerto de Tocumen, Panamá City. Las valijas descansan en algún agujero negro hasta el embarque con rumbo hemisferio norte, así que rápidamente nos convertimos en pasajeros en tránsito hacia el paraíso. La recompensa, es el Archipiélago de San Blas, un cúmulo de exactamente 365 islas poco exploradas y al alcance de cualquier intrépido con ganas de acción.
Para ello, deberemos conducir desde el Pacífico al Atlántico, atravesando la barrera montañosa Centroamericana, que oficia como división entre las regiones más pobladas y desarrolladas del Golfo Panameño, y las comarcas cuasi vírgenes del Mar Caribe. Este obstáculo natural ha oficiado como garante de preservación de los paisajes y la cultura e idioma de los nativos, aún centinelas del lugar. Los descendientes mismos de una generación que luchó por su autonomía y su bandera, por el reconocimiento de y contra el gobierno panameño en el año 1925.
Para llegar hasta allí, tendremos que alquilar un vehículo de tracción 4×4 o 4×2 (tipo Hyundai Tucson o Kia Sportage), ya que los Kuna Yala nos darán acceso al Parque Nacional sólo bajo estas condiciones. La causa fundamental responde al sinuoso camino de subidas y bajadas que nos plantea la cordillera, un hermosísimo paisaje que no reviste mayores dificultades para ser recorrido pero debe transitarse con este tipo de movilidad.
Tras una hora y media de circular por la ruta 1 con destino Chepo y luego doblar en dirección de la comarca, llegaremos al punto de control de los pueblos originarios, y accederemos a la soñada región de Guna Yala/San Blas. En media hora más estaremos en el puerto de Cartí, donde abonaremos una tasa de utilización del puerto, estacionamiento del vehículo y contrataremos un medio de locomoción acuático hacia la isla de nuestra preferencia.
Isla Perro e Isla Aguja son las más recomendables por su cercanía, a 30 y 15 minutos de lancha respectivamente. Se trata de islotes mínimamente habitados y de dimensiones realmente pequeñas, ideales para tener esa sensación de estar en medio de una película en la nada misma.
En ambas podremos practicar la actividad del snorkel y disfrutar de un color del agua realmente inimaginable, con matices del celeste al verde dignos de ser captados con una GoPro. Isla Perro cuenta con el agregado de tener sobre sus costas un barco hundido, que atrae a mayor cantidad de coloridos peces para divisar sobre los pies mismos, y diversidad de flora marina que apreciar.
Tras unas horas de idilio con el lugar, la arena blanca y las palmeras, es hora de saborear un róbalo o pargo frito y una cerveza helada en una hamaca paraguaya. Pensar en volver a la civilización se hace difícil, pero el caer de la tarde nos marca el programa de lancha, camioneta y aeropuerto en modo rewind, para volar a nuestro destino principal con una experiencia caribeña de regalo y de pasada, y las ganas de repetirla en la vuelta.
Al volver, sólo 10 horas de similar escala y el alquiler de un vehículo más compacto nos harán falta para recorrer la Ciudad de Panamá. El destino primario en el GPS serán las Esclusas de Miraflores, el sistema que permite la navegación interoceánica de cargueros tamaño Panamax, los barcos que revolucionaron el comercio internacional en el siglo pasado.
Conoceremos la historia y el museo de este mega emprendimiento iniciado por empresas francesas allá en 1881, abandonado tras 8 años de penurias, muertes y durísimas excavaciones, y reflotado por Estados Unidos para ser inaugurado como una colosal obra en 1914. Realmente digno de ser visitado, y presenciar el pasaje de uno a otro océano del barco que nos toque en suerte. Ingeniería pura al servicio de la especie humana.
De allí a recorrer el Casco Viejo, una típica serie de construcciones estilo colonial, a imagen y semejanza de la Habana Vieja o la Ciudad Amurallada de Cartagena, aunque aún en plena restauración. Una suma de iglesias, monumentos históricos, personajes y callecitas donde perderse tras el aroma de un café.
Sin pausa pero sin prisa, hacia la costanera y los modernos shoppings como el Multicentro, para aprovechar los sensacionales precios y variedad en tecnología e indumentaria. Seguramente nos quedará un rato de tiempo para recorrer las ruinas de la primer ciudad panameña, aquella que devastara en 1670 el famoso Pirata inglés Henry Morgan en sus travesías de saqueo itinerante, las mismas que obligaron a mudar la ciudad hacia el Casco Antiguo, en el sector opuesto de Panamá City.
Con estos datos y estas imágenes, a partir de ahora será distinta nuestra percepción de lo que es una escala. En el corazón de Centroamérica, también significa playa, paseos y maravillas de todo tipo.