Revista Deck. Arquitectura, diseño y decoración.

El Bajo Perú

Por | Mariano Udi | World Traveler

Comenzaremos nuestra aventura en el Lago Titicaca, una enorme extensión de agua compartida con Bolivia y localizada a inusual altura, que sirve de inédito hogar a la tribu de los Uros. Las Islas Flotantes que llevan su nombre, albergan a más de 200 familias y son construidas con totora natural del lecho, sin dudas un espectáculo que no veremos en otro lugar. A ellas se accede contratando un tour en balsa desde la ciudad de Puno, situada 400 km al sur de Cuzco.

Nuestro periplo continúa en la Ciudad Blanca de Arequipa y su bellísimo casco histórico, casi íntegramente construido en piedra caliza. La ciudad más elegante del Perú, cuna de famosas personalidades de la política y el arte, nos deleitará con su arquitectura, sus iglesias y sus conventos (imperdible la visita al Monasterio de Santa Catalina). Allí cerca podremos apreciar el imponente Cañón del Colca; donde, si la suerte nos acompaña, avistaremos cóndores.

Nazca es la próxima parada, y sus famosas líneas y geoglifos sólo visibles desde el aire. La magnética atracción que ejerce el vuelo en avioneta por las Pampas de Jumana y las 12 figuras que componen el trazado de la tribu Nazca, son más que un patrimonio cultural; toda una extrañeza sobre la cosmovisión de los pueblos originarios. El tamaño y geometría de las líneas y el complejo tallado sobre la roca desértica no hacen más que confirmarnos las avanzadas técnicas de los pobladores precolombinos.

De allí a Ica, sólo para adentrarnos unos kilómetros hacia Huacachina, un verdadero oasis en medio de un desierto infinito. Los amantes de la acción podremos disfrutar de una travesía en buggy por las dunas y deslizarnos por ellas en una tabla de sandboard, actividad altamente recomendable hasta para quienes no practiquen deportes extremos.

Aquellos que prefieran de la paz y la tranquilidad, podrán gozar de un paseo alrededor de una laguna rodeada de colinas, digna de los cuentos de Las Mil y Una Noches.   

La Bahía de Paracas será la última escala antes de llegar a la capital, y el primer contacto de nuestros pies con las aguas del Pacífico. Tomaremos una lancha para apreciar la flora y fauna de la Reserva Ecológica Nacional, una serie de islotes plagados de lobos marinos y cormoranes. El bonus track del paseo será el sorprendente divisar del Candelabro, otro misterio tallado en la montaña.

Lima nos espera con su estirpe de ciudad moderna, su vanguardista gastronomía de mar y sus románticos paseos por los barrios de Barranco, San Isidro y Miraflores. Degustar ceviches, peces y tiraditos acompañados por un pisco en el Puente de los Suspiros es la envidia de todo sibarita. Para no olvidarnos de la historia que precedió a estas tierras, el Museo de la Inquisición y las Catacumbas del Convento de San Francisco en la zona céntrica, nos lo recordarán.  

Trujillo se nos aleja a un avión de distancia, con su herencia de las tribus Moche y Chimú reflejadas en las Huacas del Sol y de la Luna (joyas arqueológicas pre incas), y la inigualable Ciudadela de Adobe de Chan Chan. Sus muros de barro fueron testigos de la vida en estas poblaciones, acogieron infinidad de tesoros, y ofrendaron su piel al arte de la pintura y la escultura. Ver para creer dice el refrán.

Unas pocas horas hacia el norte, Chiclayo nos espera para mostrarnos las Tumbas Reales del Señor de Sipán, hoy convertidas en Museo en estado de perfecta conservación. Un taxi y el natural ejercicio del regateo nos separan de las Pirámides de Túcume, un paisaje lunar compuesto de imponentes construcciones de adobe. Quizás uno de los sitios arqueológicos menos conocidos por el turismo, y aun así más bellos.

Si tanto viaje nos agotó, el destino final no puede ser otro que el cálido sol de las playas de Máncora, un ex pueblo de pescadores hoy meca del surf. Relax en la arena o clases arriba de una tabla en el mar son las opciones del día, mientras que por la noche cumbias y huaynos en las discos junto a la costa.  

Un último consejo: mirar las fotos del viaje sólo al retornar. Cuando lo hagan, sentirán que han estado de viaje por todo un continente.