La vivienda es un reflejo de la plenitud artística del arquitecto reusense. Corresponde a su etapa naturalista (albores del siglo XX), período en el que Gaudí perfeccionó su estilo personal, inspirándose en las formas orgánicas de la naturaleza, para lo que implementó toda una serie de nuevas soluciones estructurales.
En la parte superior, el tejado posee forma de lomo de animal y grandes escamas tornasoladas. El remate espinal, en tanto, está formado por piezas esféricas de grandes dimensiones con colores cambiantes de un extremo a otro de la cumbrera.
Es preciso destacar que el proyecto original sufrió varias modificaciones desde su concepción hasta su realización final, debido a la continua búsqueda de las mejores soluciones estructurales por parte del arquitecto. El primer esbozo, realizado en lápiz plomo sobre papel Canson (hallado en 1969 en la Escuela de Arquitectura de Barcelona), mostraba una intención de coronar el edificio con una sinuosa cúpula de forma irregular, que finalmente se transformó en una bóveda con forma de dragón y hoy es el principal sello distintivo de la obra.
La Casa Batlló en su conjunto es un prodigio de diseño ornamental gracias a la eclosión de los oficios. Gaudí trabajó con los mejores artesanos de todos los gremios. La transformación del hierro forjado, los exquisitos trabajos en madera como puertas con sorprendentes relieves, las vidrieras emplomadas de colores que tamizan la luz natural, los elementos ornamentales en piedra arenisca de Montjuic, todo ello da cuenta de la maestría de los profesionales de la época.