Por| Mariano Udi|World Traveler
Eslovenia – Una agradable sorpresa
Este diminuto país tiene el encanto de los placeres secretos, una joya que al visitarla genera un sentido de pertenencia, una sensación de “yo estuve ahí”. A poco más de 2 horas de Venecia, la impronunciable Ljubljana deja conocer su fama de pequeña Praga. Su cercanía extrema con Europa del Oeste la ha convertido en una zona altamente desarrollada, con los estándares de elegancia y modernidad de las capitales occidentales, traducidos en sus bares y cafés típicos a la vera del río Ljubljanica, las calles empedradas y el Puente de los Dragones. Imperdible la vista del Castillo de Ljubljana, un elemento distintivo que vigila la ciudad de las alturas y al que puede accederse en funicular.
Tras unas horas de caminata por la capital, la mejor y más económica forma de recorrer los atractivos del resto del país será subirnos a un vehículo de alquiler. La calidad y señalización de las autopistas nos lo ratificarán al minuto de abordarlas.
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Primer y singular destino, escoger una de las maravillosas cuevas de estalactitas y estalagmitas de la región, probablemente algo que no veremos en otro lugar del mundo. Tras deliberaciones entre las Cuevas de Skocjan (Patrimonio Unesco de la Humanidad) y las de Postojna, elegimos estas últimas por cercanía y prestigio; y nos sumimos en un indescriptible recorrido subterráneo por kilómetros de túneles y galerías entre extrañísimas formaciones naturales. No hay escritura capaz de resumir la sensación que nos deja esta visita, realmente boquiabiertos y deseosos de recomendarla por doquier.
A sólo 10 kilómetros de allí nos espera el sitio de La foto: el Castillo de Predjama. Una construcción admirable colgando sobre la roca misma de una gruta, de más de siete siglos de antigüedad. Vale la pena recorrerlo y conocer las leyendas de sus antiguos moradores. Si vemos que nuestro Instagram comienza a ganar popularidad con estas imágenes, esperen a llegar a Lago Bled. Rodeado de montañas y bosques, y flanqueado por un (cuándo no) castillo medieval, contiene una pequeña isla en su interior, que a su vez alberga una iglesia barroca. Momento Kodak, si saben dónde volver a ver desde un castillo a una iglesia en una isla en un lago, cuéntenme.
Croacia – El destino de moda
Definitivamente un lugar que dejó de ser un secreto a voces, por ser demasiado bello para permanecer oculto al mundillo turístico. Croacia es la otra heredera rica y pujante de los Balcanes; una joven cristiana que dejó atrás el lastre burocrático de la vieja Yugoslavia y viene por más, con la secesión como bandera del desarrollo.
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De camino hacia el sur y bordeando las aguas del Adriático, nos lamentaremos no disponer de más tiempo para explorar en detalle las riquezas del norte, desde la vibrante y cosmopolita Zagreb, pasando por las perfectas construcciones romanas conservadas en Pula y Zadar, hasta los impresionantes Lagos de Plitvice, al tope de los mejores parajes naturales de Europa.
Tras una larga noche hacia el sur arribamos a Split, la capital del condado de Dalmacia y segunda ciudad en tamaño del país. Es un emplazamiento que nos lleva a recordar la fuerte influencia imperial que allí existió, con el Palacio de Diocleciano como atractivo primordial. Construido en mármol y piedra caliza, es un imponente y extenso conjunto de monumentos que se transforma en el corazón de la ciudad, pegado a la costanera y siendo la principal aunque no única razón por la cual viajar hasta aquí. Tendremos que sumar la gigantesca estatua de Grgur Ninski, el Mercado de la Puerta de Plata y el paseo costero de Riva, que desde allí mismo nos llama a la aventura de un ferry hasta la cercana isla de Hvar, con sus playas de azules intensos donde pasar un fin de semana de reposo. Indiscutiblemente un complemento de lujo para esta recorrida.
Nuestra última y mejor escala croata será la Perla del Adriático, Dubrovnik. Una ciudad verdaderamente mítica y bellísima, que nos transporta a otro tiempo. Por sólo 10 € la recorrida por el tope superior de las murallas nos permitirá apreciar toda la grandeza y potencialidad del poblado desde arriba, con vistas privilegiadas del mar desde los tejados naranjas y un panorama completo del centro viejo y el puerto.
Palacios, Catedrales, Fosos y Fuentes de un estilo detenido en la Edad Media, para terminar el avistamiento general en la Torre Minceta; el punto más alto entre los muros. Frente a ella y aún a mayor elevación, en la cima de un acantilado, no podemos dejar de recorrer la Fortaleza Lovrijenac. Un halcón vigía que nos da una perspectiva distinta, frontal y aún mejor de Dubrovnik, desde la playa hasta las fortificaciones defensivas de la ciudad.
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