El frío no es excusa para quedarse en casa. Te proponemos tres escapadas de invierno en Argentina con paisajes únicos y planes irresistibles.
BARILOCHE. NIEVE, NATURALEZA Y CABAÑAS CON ENCANTO
San Carlos de Bariloche es, sin dudas, la escapada estrella del invierno argentino. Rodeada por los lagos Nahuel Huapi y Gutiérrez, y enmarcada por montañas nevadas, ofrece un combo perfecto de aventura, relax y paisajes inigualables.
Para quienes buscan sumergirse en el entorno sin resignar confort, las cabañas son la elección ideal.
Espacios cálidos, con chimenea, vistas al bosque o al lago, y la posibilidad de cocinar algo rico mientras cae la nieve afuera. Algunas cuentan con hidromasaje o sauna, sumando un toque de lujo al plan.
Además de los clásicos como el Cerro Catedral y el Circuito Chico, Bariloche invita a vivir experiencias más tranquilas: caminatas en raquetas, visitas a chocolaterías o tardes de lectura frente al hogar.
El alojamiento temporal en cabañas no solo es una opción acogedora, sino también una forma de sentirse en casa en plena Patagonia.
MAR DEL PLATA. CULTURA, GASTRONOMÍA Y BRISA DE MAR
Aunque el mar suele asociarse al verano, Mar del Plata en invierno tiene un encanto sereno y particular.
El oleaje intenso, los paseos sin multitudes y una agenda cultural activa la convierten en una gran escapada para quienes aman el frío con vista al Atlántico.
Los días frescos invitan a recorrer la costa con abrigo y café en mano, visitar el puerto o perderse de compras por Güemes.
Mar del Plata también propone una oferta gastronómica que se luce en invierno: restaurantes con cocina de autor, bodegones de tradición y mariscos frescos.
Teatros, museos, ferias y centros de spa completan un combo invernal que nada tiene que envidiarle a la temporada alta. Si lo tuyo es el mar, pero sin el caos veraniego, este destino puede sorprenderte.
CAFAYATE. SOL, MONTAÑA Y VINOS PARA COMBATIR EL FRÍO
Para quienes buscan escapadas de invierno más cálidas, el norte argentino ofrece una alternativa distinta: Cafayate.
Ubicada en los Valles Calchaquíes salteños, combina paisajes áridos de gran belleza con una tradición vitivinícola en pleno auge.
El invierno aquí es seco y soleado, ideal para caminatas entre viñedos, rutas escénicas como la Quebrada de las Conchas o tardes de degustación en bodegas.
La gastronomía local, con empanadas, locro y dulces regionales, invita a redescubrir sabores con identidad.
Las hosterías boutique, casas de campo y hoteles con vista a los cerros ofrecen una experiencia de descanso rodeada de silencio y color.
Un destino perfecto para quienes prefieren el frío seco del norte y buscan una pausa con identidad.
