Desde la llegada de Parasite, las producciones asiáticas de Netflix ganaron mucha fuerza en el mercado. Ahora es el turno de “El juego del Calamar”, el nuevo gran éxito mundial.
456 personas, diversos juegos y un único objetivo: sobrevivir. Participantes de diversos rangos de edad y contextos sociales límites, se introducen en un juego que promete cambiarles la vida. Pero, ¿cuánto realmente vale la vida de una persona?
Los distintos personajes se ven envueltos en una encrucijada que no logran salir. Son convocados a un juego que los puede tornar millonarios, sin saber las consecuencias. Dentro del mismo, la verdad se torna muy cruda. Quien pierde, muere. Sin ningún tipo de aviso previo.
El juego del Calamar trae a una realidad paralela diversos valores sociales y una marcada diferencia de status.
CINCO DATOS DE EL JUEGO DEL CALAMAR A TENER EN CUENTA
#1. INSPIRADA EN UNA HISTORIETA
Hwang Dong-hyuk, director y creador del proyecto, se inspiró en un comic que relata el camino de distintas personas en juegos extremos. En sí, la trama también se asocia con la película, lanzada en dos partes, “Escape Room”.
#2. BANDA DE SONIDO
El soundtrack de la serie es realmente perturbador. Está compuesta en su mayoría por canciones infantiles coreanas que se corresponden con los juegos. Solo que se mezclan con la crudeza de la muerte de decenas de personas durante cada prueba.
#3. MÁS DE 10 AÑOS DE EXISTENCIA
El juego del Calamar no fue ideada recientemente. Se trata de una serie pensada en 2008. Simplemente no estaba preparada para estrenarse en la época, por lo que ninguna productora colocó los ojos sobre ella.
El avance de la sociedad y el consumo masivo de plataformas on demand, llevó el proyecto a encontrarse con Netflix.
#4. EL TÍTULO
La serie fue nombrada así, en inglés “Squid game”, en referencia al popular juego infantil de los años 1970. De ahí se desprende la particular escenografía, colores y sonidos relativos a la infancia.
#5. CONEXIÓN ADULTEZ E INFANCIA
Fue uno de los objetivos de Hwang Dong-hyuk. Conectar los juegos nostálgicos de la infancia de Corea del Sur con los valores de competencia en un extremo totalmente macabro.