Revista Deck. Arquitectura, diseño y decoración.

Ícono cultural

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Creado originalmente en el año 1956, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires fue concebido como un espacio de exhibición de tendencias artísticas de vanguardia, tanto en artes plásticas como en fotografía y diseño.

Desde su origen, funcionó en distintos lugares en forma transitoria y recién en el año 1989 se le otorgó como emplazamiento definitivo el sitio que actualmente ocupa en la Avenida San Juan 350, en esquina con la calle Defensa, en pleno corazón del barrio de San Telmo.

El edificio data de 1918, y fue construido originalmente para la tabacalera Nobleza Piccardo, con una llamativa fachada de influencias neorrenacentistas del norte de Italia. Se le anexaron con los años un conjunto de edificios linderos adquiridos por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

A partir de 1987 se inició el reacondicionamiento que lo volvería adecuado para su nueva función, aunque manteniendo algunas características que poseía originalmente, como la fachada en ladrillo colorado, semejante a los galpones del área portuaria, aunque de terminación más esmerada, y una gran puerta de entrada construida de madera reforzada con chapas de hierro y remaches rústicos.

Al inmueble, de 3.000 metros cuadrados, lo conforman una planta baja en desnivel superior del suelo, dos plantas altas, un sótano y un entrepiso donde funciona el microcine y la sala de conferencias. Actualmente, el Gobierno de la Ciudad ha propuesto crear un área cultural que conecte al Museo de Arte Moderno con el Museo del Cine, La Usina del Arte, la Feria de San Telmo y los centros de documentación.

Puesta en valor

Realizar la restauración y puesta en valor de este espacio implicó una serie de desafíos complejos. La superficie disponible era insuficiente para cumplir con las múltiples funciones del museo, el estado físico del edificio no reunía las exigencias mínimas necesarias para garantizar la integridad de su patrimonio y la distribución de los espacios públicos y las oficinas y áreas de servicio no contaba con un diseño apropiado para el correcto funcionamiento de las distintas áreas funcionales de la institución.

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Para resolver estas situaciones, resultaba indispensable además adecuar las instalaciones a las recomendaciones en materia de seguridad y conservación –incluyendo climatización, protección contra incendios, etc. – sino también la concreción de ámbitos adecuados para la preservación del patrimonio del Museo, de acuerdo con el protocolo y las recomendaciones del International Council of Museums (ICOM). En tal sentido, fue un requerimiento prioritario y fundamental de proyecto que el diseño arquitectónico se pusiera al servicio del programa museológico.

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Se ejecutó, por tanto, un plan de obras de restauración edilicia, adecuación museológica y puesta en valor del entorno urbano, realizado con absoluta rigurosidad y de acuerdo con estándares internacionales. Se trató de una transformación integral de modernización y adecuación que mantuvo intacto el espíritu artístico del espacio.