Fotografía | Ashok Sinha
Este loft en Brooklyn, diseñado por el estudio Studio SFW, transforma un antiguo espacio industrial en un refugio sofisticado y vibrante.
Conserva el carácter crudo del entorno original, pero lo reinterpreta con arte, color y materiales nobles, logrando una estética tan audaz como acogedora. Un proyecto que desafía lo convencional y redefine el concepto de vivienda urbana.
El resultado es una residencia que no teme jugar con los contrastes: lo industrial dialoga con lo suave, lo vintage con lo moderno, lo minimalista con lo expresivo. En cada rincón hay una declaración de estilo.
LADRILLOS A LA VISTA, COLORES QUE SORPRENDEN
Desde el ingreso, el loft deja en claro su espíritu: paredes de ladrillo original, techos altos con vigas expuestas y ventanales generosos que bañan de luz natural los espacios.
Pero es en los detalles donde la propuesta cobra fuerza. Studio SFW rompe con la paleta neutra típica del estilo industrial y apuesta por bloques de color inesperados: verdes menta, rojos intensos y tonos pastel conviven sin estridencias.
Cada pieza de mobiliario y cada elección cromática aportan un guiño juguetón, sin perder sofisticación. Un sofá rojo sobre una alfombra gráfica, estanterías verdes que recortan sobre el ladrillo, y arte contemporáneo que aporta carácter y dinamismo.
ESPACIOS ABIERTOS, VIDA EN MOVIMIENTO
La planta abierta es el corazón del proyecto. El living, la cocina y el comedor se integran sin barreras físicas, pero con una cuidada zonificación visual a través de alfombras, mobiliario y luces colgantes.
El diseño prioriza la funcionalidad sin sacrificar la estética, generando una sensación de amplitud y fluidez constante.
La cocina, con isla central y muebles en tonos claros, se convierte en un punto de reunión tanto como en un espacio práctico. En tanto, el comedor se apoya en una mezcla de sillas eclécticas que refuerzan el aire despreocupado pero curado del ambiente.
MATERIALES NOBLES Y TOQUES RETRO
La selección de materiales es clave en este loft. El concreto, el acero negro y el ladrillo conviven con madera natural, textiles suaves y cerámicas coloridas. Los contrastes no solo se ven, también se sienten: frío y cálido, duro y blando, áspero y liso.
Además, se incorporan piezas vintage con historia que aportan una dimensión emocional al espacio. Desde una lámpara estilo mid-century hasta un espejo con marco antiguo, cada objeto tiene su lugar y sentido.
UN NUEVO CLÁSICO EN BROOKLYN
Este loft diseñado por Studio SFW redefine lo que puede ser un espacio industrial. No se trata solo de reciclar un edificio antiguo, sino de inyectarle vida, color y personalidad. Es un ejemplo de cómo la arquitectura y el diseño de interiores pueden dialogar con el pasado sin quedarse atrapados en él.
En tiempos donde la vivienda urbana suele apostar por lo seguro, este proyecto demuestra que jugar también puede ser elegante. Y que en Brooklyn, el estilo industrial tiene una nueva cara: más suave, más osada, más viva.
