Fotografía | GettyImages
Después de años de transformación, críticas y búsqueda de identidad, Victoria’s Secret regresa a su clásico desfile con una propuesta renovada.
Lejos de los “ángeles” con alas gigantes y las supermodelos como íconos de una belleza idealizada, la marca apunta ahora a una experiencia más inclusiva y auténtica, sin dejar de lado su ADN sensual.
EL CATWALK REGRESA CON OTRO ESPÍRITU
Desde su última edición en 2018, el tradicional desfile de Victoria’s Secret había quedado en pausa. En estos años, la marca intentó redefinir su imagen y adaptarse a una era donde el empoderamiento femenino, la diversidad de cuerpos y la inclusión dejaron de ser opcionales.
Ahora, con una mirada más comercial y una estrategia directa al consumidor, la firma revive la pasarela como una plataforma para reconectar con su público y reactivar ventas.
A diferencia de épocas anteriores, este regreso no se apoya únicamente en el espectáculo, sino que también tiene el foco puesto en el producto: mostrar la nueva colección de lencería de manera fresca, moderna y accesible.
MENOS ESPECTÁCULO, MÁS CERCANÍA
El desfile se realizó en el Manhattan Center de Nueva York, en un formato más íntimo y reducido, pero igualmente glamoroso.
Entre las modelos seleccionadas hubo rostros conocidos como Candice Swanepoel y otras figuras que representan la nueva visión de la marca: mujeres con trayectorias distintas, cuerpos diversos y presencia en redes sociales que generan cercanía con las consumidoras reales.
El foco estuvo en el contacto directo con los fans, con una transmisión en vivo por redes sociales y un desfile pensado no solo como evento, sino como una herramienta de marketing que lleva al usuario directamente al carrito de compras.
UNA NUEVA ESTRATEGIA DE NEGOCIO
Más allá del show, Victoria’s Secret busca un reposicionamiento comercial. En los últimos años, su facturación bajó y la competencia aumentó con marcas que promueven la inclusividad desde el inicio.
Este relanzamiento no es solo estético, es estratégico. El desfile está pensado como una acción táctica dentro de una estrategia mayor: conectar emocionalmente con su audiencia, impulsar las ventas en línea y generar conversación en redes.
La marca también apostó por colecciones cápsula con diseño funcional y detalles pensados para el uso diario, algo que marca un quiebre respecto a sus propuestas anteriores, más centradas en la fantasía.
¿ES SUFICIENTE PARA RECUPERAR EL TRONO?
La gran pregunta es si este giro será suficiente para que Victoria’s Secret vuelva a ocupar un lugar protagónico en la industria de la moda íntima. El regreso del desfile es una jugada audaz, pero no puede ser un esfuerzo aislado.
La clave estará en mantener la coherencia entre el mensaje de empoderamiento, los productos ofrecidos y las decisiones empresariales. El desafío ya no es brillar en una pasarela, sino sostener ese brillo en el día a día de quienes eligen usar la marca.
Por ahora, el regreso genera atención, nostalgia y debate. Y eso, en términos de marketing, ya es una victoria.