Fotografía | Getty Images
En una rueda de prensa, Amanda Seyfried apareció con exactamente el mismo look que Julia Roberts había llevado apenas 24 horas antes.
Lo que a simple vista parecía una coincidencia se convirtió en un gesto calculado: un statement de Dario Vitale sobre la nueva era de Versace.
Con esta jugada, el creativo parece querer demostrar que la moda de la maison no está limitada a la opulencia o al dramatismo, sino que también puede vivir en la versatilidad y la repetición consciente.
EL LOOK ORIGINAL DE JULIA ROBERTS
Julia Roberts fue la primera en lucir este estilismo durante la promoción de After the Hunt, la nueva película de Luca Guadagnino. El conjunto marcó el debut de Vitale al frente de Versace tras la salida de Donatella en marzo, y no pasó desapercibido.
La propuesta jugaba con el espíritu de los ‘90: saco azul de lana con corte sastre, camisa a rayas, pantalones denim y accesorios clásicos de la maison. Entre ellos, un cinturón dorado con hebilla icónica, zapatos Vienna 95 de cuero trenzado y un bolso Medusa personalizado con las iniciales JM, de Julia Moder, su nombre de casada.
AMANDA SEYFRIED, UNA ELECCIÓN CON MENSAJE
Durante la promoción de The Testament of Ann Lee, Amanda Seyfried llevó el mismo conjunto con total naturalidad. Lejos de tratarse de un descuido, la actriz transformó la repetición en un gesto de complicidad hacia Roberts y, al mismo tiempo, en una validación pública del nuevo rumbo de la marca italiana.
El mensaje fue claro: en un contexto en el que la moda busca cada vez más conciliar lujo y conciencia, reutilizar una prenda deja de ser tabú y se convierte en tendencia. Seyfried, con su estilo fresco y elegante, encarnó a la perfección esta visión.
VERSACE, DE LA OPULENCIA A LA VERSATILIDAD
El doble uso de un mismo look por dos estrellas de Hollywood en uno de los festivales más importantes del cine envió una señal inequívoca. Con Vitale a la cabeza, Versace se abre paso hacia una moda menos efímera y más consciente, sin renunciar al glamour que la caracteriza.
Así, lo que podría haber sido una anécdota de alfombra roja terminó siendo una poderosa declaración cultural: la confirmación de que el verdadero lujo no siempre está en la exclusividad, sino en la capacidad de reinterpretar y compartir.