Fotografía | 20th Century Studios
En Predator: Badlands, la franquicia regresa con una propuesta tan audaz como impredecible.
Dan Trachtenberg, el director detrás del éxito Prey, vuelve a ponerse al mando con una entrega que logra lo que parecía imposible: hacernos empatizar con el cazador.
En esta nueva historia, Trachtenberg cambia las reglas del juego y coloca en el centro a Dek, interpretado por Dimitrius Schuster-Koloamatangi, el hijo “débil” de un jefe Yautja —la raza intergaláctica de cazadores que lleva décadas aterrorizando la gran pantalla—. Esta vez, el joven Predator busca probar su valía en Genna, el llamado “planeta de la muerte”, donde deberá enfrentarse a una criatura temida incluso por su padre.

UNA HISTORIA DE ORIGEN CON GIRO DE GUIÓN
A diferencia de las entregas anteriores, Predator: Badlands no centra su tensión en los humanos, sino en los propios Yautja. La narrativa se enfoca en la lucha interna del protagonista: un guerrero rechazado que desafía su destino.
El resultado es una aventura de ciencia ficción que combina la ferocidad de la saga original con un relato de crecimiento personal, ambientado en un universo visualmente deslumbrante.
El film despliega un arsenal de criaturas y paisajes alienígenas que parecen sacados de una mezcla entre Avatar y Dune. Vides serpentinas que roban suministros, flores venenosas que disparan dardos paralizantes y babosas explosivas que funcionan como granadas naturales componen un ecosistema tan letal como fascinante.
Trachtenberg aprovecha cada recurso visual y técnico para construir un entorno vivo y hostil que mantiene al espectador al borde del asiento.

VIOLENCIA, HUMOR NEGRO Y NUEVOS CÓDIGOS
A pesar de su violencia explícita —brazos cortados, cráneos aplastados y fluidos de colores imposibles—, Predator: Badlands consiguió una calificación PG-13, algo sorprendente dentro de la franquicia.
Sin embargo, lejos de caer en el gore gratuito, la película incorpora un humor oscuro que refresca el tono general. Entre sus momentos más curiosos está Thia, un personaje cuya mitad inferior puede pelear por su cuenta, y Bud, una criatura digital que aporta un respiro cómico a la brutalidad del relato.
UNA NUEVA ERA PARA EL UNIVERSO PREDATOR
Con Predator: Badlands, Trachtenberg expande el mito Yautja más allá de la simple caza. El mensaje final se centra en la cooperación, el valor del trabajo en equipo y la redefinición de lo que significa ser “el alfa”.
Predator: Badlands no es solo una secuela más: es una reinvención moderna de una saga ochentosa que parecía haber perdido el rumbo.
Trachtenberg vuelve a encontrar la esencia de la franquicia, sumando emoción, sátira y un nuevo héroe que se atreve a ser diferente.


























