Considerado el máximo representante del modernismo catalán, Antoni Gaudí ha dejado un legado que evade todo intento de clasificación.
Antoni Gaudí se valió de una arquitectura imaginativa, con una compleja composición geométrica. Así, creó un manifiesto absolutamente personal que encuentra su principal inspiración en la naturaleza.
Desarrolló una racionalidad técnica que justificó en la implementación de los materiales. También un prodigioso dominio de las formas.
LA BARCELONA DE ANTONI GAUDÍ
En oposición a las corrientes de la arquitectura occidental moderna, insistió en un pensamiento que lo llevó a crear una obra repleta de contenidos simbólicos.
Se propuso aportar soluciones prácticas, pero sus resultados fueron más allá. Supo traspasar la frontera entre naturaleza y arte. Creó una nueva arquitectura basada en las líneas curvas. Experimentó con estructuras y nuevas formas de una manera continuada.
La imagen de la capital catalana está asociada a la de Gaudí. Su obra, con el correr del tiempo, ha pasado de ser ignorada e incluso criticada a lograr repercusión internacional. A ser el símbolo y seña de identidad de una Barcelona cada día más global.
Su legado, que contempla una amplia representación de edificios residenciales y urbanos. Reconoce al Templo Expiatorio de la Sagrada Familia como su obra maestra.
LOS EDIFICIOS EN BARCELONA
Siete de los edificios construidos por el genial arquitecto catalán han sido inscriptos por la Unesco en la Lista del Patrimonio Mundial.
Estas obras, que atestiguan la excepcional contribución de las creaciones de Gaudí a la evolución de la arquitectura son: Parque Güell, Palacio Güell, Casa Milá, Casa Vicens, la obra en la fachada de la Natividad y la cripta de la Sagrada Familia, la Casa Batlló y la cripta de la Colonia Güell.
En estos edificios, el organismo internacional reconoce la “expresión de un estilo ecléctico y sumamente personal al que su autor dio rienda suelta no sólo en la arquitectura, sino también en la jardinería, la escultura y muchas otras artes decorativas”.
